Resumen:
La premisa de este artículo es que con la epistemología mecanicista que postula al cuerpo como factor de individualización se abre el camino para una biología y una medicina positivas que traen como consecuencia un dualismo entre el cuerpo, que representará lo material, mensurable y objetivable y la persona, asociada a lo espiritual, social y psicológico. A partir de allí se establecen las bases para una práctica biomédica en tensión entre el cuerpo y el sujeto que requiere de mecanismos de control, de regulación y de normalización donde los cuerpos deben ser disciplinados. A través de la metáfora del participio vaciado y la aplicación del concepto como significante vacío en diferentes situaciones comunicativas vinculadas a la medicina -desde la práctica odontológica a la histerectomía- se indaga en la polisemia de la palabra y se cuestiona la manipulación de los cuerpos como fragmentos objetivables disponibles para ser intervenidos. Para ello se recurre a testimonios orales a la manera en que lo hacen los historiadores orales. O sea que, a través de la oralidad, se dispara la memoria para construir una fuente que sea un aporte para poder comprender de una forma más acabada procesos sociales.